¿Tabaco? No, gracias.

Hablar de publicidad de cigarrillos, hace no demasiado tiempo, era evocar a vaqueros cabalgando por el desierto americano con un aire de masculinidad exagerada. Este mensaje comenzó a desarrollarse y fumar significó un estilo de vida, elegancia, distinción, seducción, diversión, incluso una afición saludable.

Eran otros tiempos en los que se desconocían los efectos de la adicción al tabaco o tabaquismo. Lo cierto es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de ser el tabaco la primera causa de invalidez y muerte prematura en el mundo. La adicción a la nicotina acaba condicionando el abuso de su consumo y convirtiéndose en uno de los factores de riesgo más destacados en enfermedades respiratorias, cardiovasculares, distintos tipos de cáncer, y es especialmente perjudicial durante el embarazo.

Por todo esto, las autoridades sanitarias decidieron prohibir las falsas promesas de las industrias tabaqueras y mostrar los verdaderos efectos del tabaquismo. Esto dio paso a la publicidad anti-tabaco, que dista mucho de los mensajes amables que podíamos ver antes del 2005, año en que fueron prohibidos.

En ocasiones realista y otras veces exagerada, la publicidad anti-tabaco busca y tiende a asustar a los fumadores, sean activos o pasivos.

El tabaco es el nuevo hombre del saco.

Fuente: Puromarketing